Nuestro país se encuentra entre los cinco primeros lugares de los 10 países más megadiversos del planeta. Las razones para ese sitial es que en el Perú contamos con uno de los mayores centros de recursos genéticos del mundo; Un aproximado de 25 000 especies de plantas de las cuales 4 500 son de uso conocido. Poseemos 462 especies de mamíferos, 1815 de aves, 395 de reptiles; 403 de anfibios; 2 000 de peces; y 4 000 de mariposas. Además, este paraíso llamado Perú, posee 66 millones de hectáreas de bosques, de las cuales un aproximado de 17 millones son áreas protegidas considerados uno de los principales pulmones de la humanidad. Contamos además con 84 ecosistemas, 7 tipos de suelo, el mayor número de microclimas del mundo (28) y el 5% de agua que existe en el planeta distribuida en 91 cuencas hidrográficas y 12 mil lagunas, glaciares y cochas. Lamentablemente, esta megadiversidad actualmente es motivo de preocupación ya que le asisten problemas de salinización en su costa, deshielo en sus cordilleras, deforestación agresiva e irresponsable en la selva, así como la contaminación de 16 de los 53 ríos de la costa por relaves mineros y la tan lamentable mala práctica de los/as peruanos de arrojar la basura a los ríos.
Pero si nos gloriamos de ser un país eminentemente megadiverso, muy rico en recursos naturales, es lamentable que esta riqueza no sea aprovechada por los gobiernos para revertir el 42% de pobreza en la que está inmersa la población peruana. Según el Sr. Alan García, el único camino para aprovecharla es entregándola a las trasnacionales. El argumento: solo ellas poseen capital “fresco” y generan divisas que el país necesita para superar precisamente esta pobreza. Nada más falso y más lejano de la realidad. La experiencia de las privatizaciones y concesiones en el Perú, a pesar de todos los incentivos, lo único que han logrado es agrandar la brecha entre los pocos (10% aproximadamente) que poseen más de 80% de la recursos del país, frente a ese 90% que viven con el restante 15%. Por ello, es común encontrar en nuestro país a comunidades enteras que viven con menos de 180 soles al mes frente a empresas que perciben ganancias de más de 2500 millones de dólares anuales. Una diferencia abismal, escandalosa y denunciable. Una terrible megadesigualdad que contradice nuestra rica megadiversidad.
En vez de pensar en vender y entregar nuestros recursos, ¿por qué no optar por una política de apoyo a la inversión local, a la pequeña industria nacional? Empezar a promover y fortalecer las iniciativas de aprovechamiento de los recursos naturales que existen en las comunidades. Experiencias como la exportación de café orgánico por los productores de nuestra sierra, la exportación de mango ecológico y cerámica de Chulucanas, la comercialización del banano orgánico, los econegocios de mermeladas, miel de abeja, panela granulada, no hacen más que demostrar que el camino para superar la pobreza está en el protagonismo productivo de los/as propios/as productores/as quienes son lo que en primer orden tienen el derecho y deber de aprovechar la megadiversidad de sus tierras. Precisamente, estos pequeños y medianos productores no cuentan para la agenda de quien actualmente tiene un 28% de aprobación, por el contrario, para él, quien busca promoverlos y defender sus intereses inmediatamente es comunista, trasnochado, perro del hortelano. Como dicen los jóvenes, no la ve y peor aún, no la quieren ver o se hace el loco y quiere hacer creer que no hay dinero en el país. Pero si no lo hay, es momento de empezar la tan prometida reforma tributaria para lograr que las grandes empresas tributen efectivamente y no esperar que den solo limosnas voluntarias.(Artículo publicado, domingo 02 de diciembre del 2007)
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