lunes, 3 de marzo de 2008
JUVENTUD Y POLÍTICA
Muchos jóvenes son indiferentes a involucrarse en política. A otros les interesa, pero se resisten a involucrarse en ella, pues no quieren asumir esa mala imagen que tiene la política en nuestro país, convertida en sinónimo de corrupción, demagogia, tarjetazo, incompetencia, descaro, etc. Vargas Llosa, describía muy bien, en El pez en el agua, ese estilo decepcionante de hacer política: “la política real, no aquella que se lee y escribe, se piensa y se imagina,… sino la que se vive y practica día a día, tiene poco que ver con las ideas, los valores y la imaginación, con las visiones teleológicas – la sociedad ideal que quisiéramos construir- y, para decirlo con crudeza, con la generosidad, la solidaridad y el idealismo. Esta hecha casi exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias, traiciones, mucho cálculo, no poco cinismo y toda clase de malabares. Por que el político profesional, sea de centro, de izquierda o de derecha, lo que en verdad lo moviliza, excita y mantiene en actividad es el poder: llegar a él, quedarse en él o volver a ocuparlo cuanto antes. Hay excepciones desde luego, pero son eso, excepciones. Mucho políticos empiezan animados por sentimientos altruistas – cambiar la sociedad, conseguir la justicia, impulsar el desarrollo, moralizar la vida pública -, pero, en esa práctica menuda y pedestre que es la política diaria, esos hermosos objetivos van dejando de serlo, se vuelven meros tópicos de discursos y declaraciones – de esa persona pública que adquieren y que termina por volverlos casi indiferenciables – y al final, lo que prevalece en ellos es el apetito crudo y a veces inconmensurable de poder. Quien no es capaz de sentir esa atracción casi obsesiva, casi física, por el poder, difícilmente llega a ser un político exitoso”.
Es precisamente este panorama el que provoca, tomando palabras de Pedro Casaldáliga, “una actitud de desconfianza, de desprecio y hasta de indignación frente a la política”. Pero lo que en realidad el escritor de La ciudad y los perros nos describe, es la “seudo política reinante en el poder, en el lucro, en el privilegio”. Es precisamente esta seudo política la que los y las jóvenes están llamados a combatir desde sus propios principios, desde un auténtico ejercicio ciudadano para dar paso a la política como un ejercicio de “amor, celebración diaria de una convivencia verdaderamente humana. Una política fraterna. Un culto diario a la humanidad”.
Los jóvenes no debemos olvidar lo que Emmanuel Mounier decía: “Todo es político, aunque lo político no lo sea todo” así como la afirmación categórica de Fabio Gonder: “Fuera de la política no hay salvación”. Por lo que se equivocan los y las jóvenes que desean escabullirse de la política. Ello equivale sencillamente a perder la oportunidad de aportar para superar y combatir, desde adentro, las características de la seudo política y hacer de nuestro país un lugar con mayor justicia, equidad, con mejores condiciones para todos y todas, trabajando por el verdadero objetivo de la política: el bien común. Para lograrlo, la mejor estrategia, es entrar en bloque, en mancha juvenil. Lo contrario se corre el riesgo de terminar replicando las actitudes de quienes se han encargado de dar la fama que la política tiene y de los que ya, en nuestra región, tenemos algunos casos. El momento es adecuado, ahora que se escuchan voces de candidaturas, muchas de las cuales ya nos han demostrado que con ellas no pasa nada y que han hecho de la política un medio para su opulencia y llave para su caja fuerte.
Entramos, o seguimos indiferentes y con ello, sirviendo a los seudo políticos que abundan en el país y en nuestra región.
Publicado en Diario El Tiempo El 17 de febrero del 2008.
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