RELACIONES HUMANAS EN EL TRABAJO
Hace un par de años atrás fu invitado por una institución piurana a facilitar un taller a sus trabajadores, invitación que, desde luego, acepté encantado. El tema, desarrollo personal y desempeño laboral. Una de las cosas que me llamó la atención fue el alto grado de insatisfacción de los participantes respecto al trabajo que hacían. Las razones eran varias: sueldo bajo, jefes poco cercanos, ausencia de reconocimientos en el trabajo, pero sobre todo lo que más les hacía sentirse insatisfechos era lo que ellos llamaban “el maleteo”, el chisme y la poca o casi nula confianza entre sí que los había dividido en bandos. Situación que desde luego se repite en muchas otras instituciones donde el ambiente laboral que se vive se caracteriza por la sospecha, la desconfianza y relaciones humanas que lindan, en algunos casos, con la violencia y humillación.
No hay duda que el trabajo es un derecho que todos aspiramos alcanzar. Pero no sólo se trata de tener trabajo y ganarme unos soles para satisfacer mis necesidades. El trabajo va más allá; es un medio para alcanzar la realización plena, o sea, sentirme útil y aportar al bienestar de la comunidad, poner mis cualidades y dones al servicio de los demás, sentir que aporto en la construcción de un mundo mejor, me ayuda a mi reconocimiento y al conocimiento de mí mismo. Para ello, el ambiente laboral y las relaciones entre trabajadores son un aspecto crucial y fundamental. Un ambiente laboral lleno de desconfianza, donde impera el chisme y la zancadilla sencillamente se convierte en una jungla de escorpiones de la que todos desean escapar e impide alcanzar los objetivos tanto institucionales como personales ya que los trabajadores no realizarán bien su labor aunque quieran. En un ambiente tenso sencillamente es imposible trabajar y el trabajo se convierte en una carga pesada en vez de ser el medio que necesitamos para realizarnos.
Por tanto, si una institución desea ser exitosa es fundamental que no pierda de vista el tema de las relaciones humanas entre sus trabajadores, cuidar que estas sean respetuosas y honestas. Para nada se debe avalar el chisme o la zancadilla, por el contrario estar atento al sentir y qué hacer de las personas a través del diálogo transparente, la escucha empática, donde las diferencias y los problemas se resuelvan no atropellando sino de manera pacífica. Que el trabajador sienta que su institución apuesta por él, se empeña en él y cree en él. Para ello me permito dar algunas claves:
Una de las primeras cosas es el saludo fraterno entre trabajadores a la hora de entrada a las labores, te llena el alma y trasmite energía para empezar la labor, incluso nos permite tener un diagnostico de las mociones internas de las personas fortaleciendo las relaciones humanas. Además es importante fomentar momentos de fraternidad e integridad entre trabajadores que permita pasar de compañeros a amigos y sentirnos comunidad entes que un mero gremio. Por otro lado, para nada se debe descuidar la capacitación laboral y ello supone invertir en los trabajadores que trae como consecuencia mejor desempeño y cariño hacia la institución que lo acoge; la capacitación es parte del programa de reconocimientos a los trabajadores que debe tener toda institución. Todo esto, sin duda, va de la mano con el respeto a los derechos de los trabajadores.
Quizá esto pueda sonar irrelevante para algunos, pero no cabe duda que ya hay iniciativas en este sentido que están cosechando muchos logros a diferencia de quienes no las implementan y cuyos servicios se caracterizan por deficientes e ineficaces. El fin del trabajo no es ganar dinero sino una oportunidad para crecer y progresar como persona humana y para ello debemos apostar para hacer de nuestro centro de trabajo un hogar, una familia humana en la que prime primordialmente el respeto y porque no, el cariño entre unos a otros que nos haga sentir que lo que estamos haciendo, es sin duda, un gran aporte a humanizar este mundo que cada día sentimos que se convierte en algo sin sentido.
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