jueves, 25 de febrero de 2010


DESARROLLO TAREA DE TODOS Y TODAS


La palabra desarrollo es empleada a cada instante. En su nombre se realizan proyectos, se hacen conferencias, se formar organizaciones de base, agrupaciones políticas, organismos no gubernamentales, incluso hasta Pablo VI, el papa de tiempos del concilio Vaticano II, dedicó toda una encíclica, documento oficial del magisterios eclesiástico, para hablar de desarrollo. Es más, en estos dos años siguientes de seguro, esta palabra la escucharemos a cada instante de boca de los miles de candidatos que postularán en las próximas elecciones, buscando hacer creer que ellos tienen la formula para alcanzarlo. En fin este vocablo es usado a cada instante, incluso en muchas ocasiones, se ha utilizado para realizar exactamente lo contrario a su contenido, es decir, la mejora de las condiciones para tener una vida acorde a nuestra dignidad humana.

Por otro lado, todos tenemos una idea de los que es desarrollo y de la visión que tengamos dependerá nuestra actuación a su favor. Así, si lo concebimos como alcanzar crecimiento económico supondrá que todo nuestro esfuerzo estará puesto en atraer la inversión, crear más empresa, producir más, fomentar la exportación. Por otro lado si lo consideramos como acceso equitativo a los recursos entonces promoveremos su distribución equilibrada buscando superar la desigualdad que existe entre unos y otros. Hay otros que lo ven como hacer crecer nuestras capacidades humanas, es decir esos vienes no tan tangibles pero que sin embargo son muy necesarias para la calidad de vida: seguridad personal, libertad, respeto, el afecto, etc. Así mismo, en los últimos años, el desarrollo es concebido como asegurar condiciones para la reproducción de la vida humana en armonía con la naturaleza lo que nos lleva a implementar estrategias de conservación del medio ambiente. Sin embargo, frente a todas estas miradas, lo que tenemos que anotar es que cada una de ellas no se contraponen sino por el contrario se complementan y cada una alimenta la concepción de desarrollo y dan origen a dos de sus características fundamentales: integralidad y sostenibilidad. Si hay algo en lo que debemos estar de acuerdo es que el desarrollo se debe caracterizar por estos dos principios a los que le debemos sumar la equidad e igualdad.

Pero junto a las visiones señaladas, hay otros que comparten una concepción conformista-paternalista y son los que están a la espera que el desarrollo toque su puerta, creen que es algo que va a llegar y que la autoridad o cualquier institución se lo va a ser llegar. Aquí si tenemos que entender y estar convencidos que el desarrollo, si bien es responsabilidad de las autoridades e instituciones promoverlo y hacerlo efectivo también es competencia de todos y todas. No podemos pensar que vendrá o es responsabilidad de tal o cual persona, sino que para construirlo se necesita del esfuerzo de todos y todas, cada persona tiene una responsabilidad que cumplir frente a él, tanto niños, jóvenes y adultos. Cada quien, desde donde esté, tiene mucho que ofrecer en beneficio de los pueblos. Nadie queda excluido, todos tenemos un compromiso, es más, esta responsabilidad se hace más imperiosa en un país donde campea precisamente lo contrario a él: pobreza, corrupción, inseguridad.

Por tanto, este que hacer es una misión ineludible, impostergable e indelegable. En este trabajar por el desarrollo queda estrictamente prohibido evadirse, prohibido hacerse de la vista gorda, prohibido esconderse, mucho menos correrse. Si se evade sencillamente estamos siendo cómplices con los males que aquejan al Perú y que hacen de él un país pobre a pesar de la inmensa riqueza que posee. Aquí no hay cabida para la indiferencia mucho menos para tenemos que esperar, es momento de poner manos a la obra.

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