jueves, 27 de agosto de 2009

PERDONAR, UNA NECESIDAD


¿Quién no ha sido ofendido alguna vez en su vida? Ofensas tenemos a diario, de todo tipo y muchas de ellas son en realidad delitos muy graves; La violación que sufrió aquella chica, el robo del que hemos sido víctimas, la deslealtad del mejor amigo, el insulto y la burla de los compañeros/as que nos incomoda enormemente, etc. Acciones que nos hieren en lo más profundo de nuestro ser y afectan el sentido de nuestra vida, resquebrajan nuestra seguridad, generando desconfianza hacia los demás debilitando nuestra natural sociabilidad. Es lo que en las Escuelas del perdón y reconciliación llamamos las tres eses de la persona humana.

Sí es verdad que la ofensa afecta las tres eses de nuestra humanidad, también es cierto que hace daño continuar odiando por siempre a quien ofendió y dejar que el recuerdo de la ofensa siga afectando la vida presente. Hay necesidad de cicatrizar esa herida en aras de la salud emocional y corporal, de superar esa rabia, ira y hostilidad que acorrala y no deja sanar el dolor y sufrimiento, sacar esa cólera contra quien ofendió y que equivale a tomar veneno yo mismo esperando la muerte del otro, como nos lo decía William Shakespeare. De esta manera y por el bien de nuestra salud mental y corporal, se nos presenta un gran desafío a quienes hemos sido víctima de alguna ofensa, nada sencillo por cierto: perdonar.

Si bien el perdón lo podemos entender como algo que doy a quien me ofendió, aquí lo concebimos como un bien para mi, algo que me doy a mi mismo y hace que aquella ofensa vivida en el pasado, por dura que haya sido, no me afecte en mi vida presente. Proceso nada fácil pero necesario para quienes deseamos alcanzar esa paz mental que tanto deseamos. El perdón es un ejercicio que yo hago conmigo mismo. Es el ejercicio de sacarme el veneno de la rabia y del rencor que yo tiendo a reciclar por dentro y que tiene consecuencias negativas en todo mi ser. Para lograrlo es fundamental, nombrar la rabia y al ofensor, re-estructurar la ofensa a través de la memoria, y sobre todo, volver a ganar poder sobre las propias emociones. Es ese complejo y difícil ejercicio de recuperar la armonía interior, pero nada imposible para quien lo desea.

Hay tres herramientas necesarias para lograr hacer el proceso de perdonar. Una de ellas, brindar un ambiente seguro y cómodo, caracterizado por la confidencialidad que permita a la persona expresar su dolor y que ese dolor no se diluya si no que le ayude a recomponer las partes de su ser. Otra herramienta fundamental es ayudar a contar la historia de lo sucedido, contar y hacer memoria es un ejercicio de alto valor sanador. Una tercera herramienta es lograr gradualmente una resocialización, este proceso le permite a la persona recobrar la capacidad de relacionarse adecuadamente con los demás, incluso, a futuro, con quien la ofendió.

En palabras de Robin Casarjian, el perdón es una decisión de mirar más allá de los límites de la personalidad, una actitud para ver a quien nos ofendió con ojos nuevos y un proceso que nos exige cambiar nuestras percepciones una y otra vez. En definitiva, el perdón es una forma de vida, que nos convierte gradualmente de víctimas de nuestras circunstancias en poderosos y amorosos cocreadores de nuestra realidad, que supone el compromiso de ver cada instante como algo nuevo, con claridad y sin temor, independientemente de si se cree o no en Dios. Así lo entendieron los y las jóvenes del programa Manitos Creciendo con quien en estos últimos meses he compartido su experiencia de perdonar y quienes terminaron por entender que contra la irracionalidad destructiva de la violencia tenemos que ofrecer continuamente la irracionalidad del perdón.

sábado, 9 de mayo de 2009

JOVENES, MADRES Y SOLTERAS


Dedico este artículo a una gran amiga, Mercedes, del caserío Solumbre en el distrito de Morropón, a quien conocí cuando coordinaba el proyecto: Juventud y Desarrollo Sostenible, una propuesta de gestión local, que CIPCA ejecutó en coordinación con la Municipalidad Distrital de Morropón en el periodo 2007 y 2008.

Era la etapa de selección de los/as jóvenes beneficiarios/as cuando, junto a otro joven morropano, llegamos a Solumbre después de haber cruzado las faldas del imponente, misterioso y desafiante cerro Pilán con la intención de invitar a los chicos/as a involucrarse en el proyecto. Allí conocí a Mechita, una joven entusiasta, risueña y muy conversadora. Fue precisamente ella quien nos puso en autos sobre la realidad de los y las jóvenes de su caserío: “Falta oportunidades, estamos excluidos de los programas del Estado, estamos pobres, sin trabajo, en el colegio no se enseña bien y un casi nulo protagonismo en el desarrollo de la comunidad. Además los muchachos/as de acá son bien miedosos” (tímidos).

En fin, el panorama de los chicos/as de Solumbre no era en nada diferente a la mayoría de los jóvenes de la zona rural. Y como ella misma nos dijo, “no solo eso, cuando uno es madre soltera a esta edad, todas las puertas se le cierran, al toque te dicen compórtate como parida y dedícate a tu hijo”. Mercedes, no solo compartía la situación de exclusión de muchos de sus amigos y amigas, si no que su maternidad duplicaba su marginación, la imposibilitaba para participar. El machismo enraizado en nuestra sociedad la había acorralado. Incluso le había hecho creer que ella y muchas otras jóvenes madres que no comparten vida de pareja con el padre de sus hijos/as, por el hecho de ser madres solteras, son unas “fracasadas”. Todos sabemos que no es así, la maternidad juvenil no es un fracaso si no un estado de vida como cualquier otro, que debe ser vivido a cabalidad, es decir, con pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos, incluido el derecho a participar y organizarse. La maternidad en la adolescencia y en la juventud no anula, por ninguna razón, los derechos de las personas, por el contrario hay una doble necesidad de reafirmarlos y asumirlos. Precisamente, cuando hicimos hincapié en el derecho que Meche tenía de participar que, con firme decisión, opta por involucrarse de lleno en el proyecto y de esta manera empezar a remar contra la corriente de aquellos que creen que las jóvenes madres en estado de soltería deben quedarse enfrascadas en las cuatro paredes de la casa de sus padres, pagando la culpa de su fracaso, incluso cargando sobre sus hombros la irresponsabilidad y en algunos casos la violencia del “padre” de su hijo/a.

Como nuestra amiga Mercedes, son muchas las jóvenes que comparten el estado de madres en estado de soltería. Precisamente, hoy que celebramos la maternidad, es preciso denunciar tal marginación por la que atraviesan muchas de estas madres jóvenes. Por otro lado, es preciso, exhortarlas y acompañarlas para que ninguno de sus derechos les sean negados. Ellas comparten los mismos derechos de todos/as y para todos/as: derecho a una vida digna, a la educación, a la salud, al trabajo, al esparcimiento y sobre todo, el derecho a organizarse y participar en las decisiones que se toman a favor del desarrollo de sus respectivos pueblos.

Estas madres jóvenes en estado de soltería deben tomar la firme decisión de participar y organizarse, lo contrario, las convierte en cómplices mudos de la situación de exclusión que están pasando. Es momento que levanten su voz y abandonen, por completo, ese silencio que termina doblando hasta el lomo más fuerte. El pueblo espera su protagonismo, sus familias exigen su aporte y, sus propios hijos reclaman un ejemplo que los inicie desde ya en la vivencia de una ciudadanía plena. Esta es, sin duda, la razón que empujó a Mercedes y otras jóvenes más, a involucrarse en estos procesos de formación ciudadana que les ha permitido salir de ese estado de anonimato al que muchos de sus vecinos/as y en algunos casos sus propios padres, las habían conminado.

La celebración de hoy para Mercedes es muy distinta a las pasadas, ya no marcada por el sentimiento de exclusión por ser madres a su corta edad, sino con esa sensación de libertad que es capaz de experimentar quien ha redescubierto la ciudadanía que el país necesita. Feliz día y disfruta mucho de la compañía de tu hermosa Rubí.

lunes, 23 de febrero de 2009

NUEVA MIRADA A LOS JOVENES

Los y las jóvenes de la región representan un alto porcentaje de la población. Sin embargo, no aparecen por ningún lado en las agendas de los gobiernos locales y del gobierno regional. Constatamos una ausencia preocupante de iniciativas, programas o proyectos a su favor. Esto trae como consecuencia que los problemas por los que atraviesan se agraven y acaben con las ilusiones, sueños y metas de miles de jóvenes piuranos. Frente a esta situación, algunos sencillamente opten por la vía fácil de la violencia y otros males sociales como reacción al sistema que actualmente los posterga.

Si bien se realizan algunas actividades de manera puntual y esporádica a favor de las juventudes, estas, muchas veces, no responden a las expectativas de los/as jóvenes o sencillamente son meras distracciones que no le permiten al joven desarrollar su espíritu emprendedor. Se precisa plantear una estrategia de carácter integral que permita redescubrir los derechos de los jóvenes a un adecuado servicio de salud, una educación de calidad, empleo digno, sano esparcimiento y sobre todo, el derecho a participar en el diseño e implementción de las políticas públicas que buscan, precisamente, crear condiciones para una vida digna para todos/as ellos/as. Lamentablemente, aún está muy presente aquella concepción que ve al joven como un inexperto que está imposibilitado a tomar parte en tales decisiones que le van afectar directamente. En definitiva, las pocas intervenciones se reducen a dos frentes: Distraerlos y reprimirlos.

Por otro lado, si los jóvenes no son punto de agenda de muchos gobiernos locales y del regional, si lo son en visperas de cualquier elección. En tiempos electorales, hay mensajes y promesas para ellos/as. Se les llama para integrar tal o cual agrupación o movimiento político. No precisamente para ser considerados como candidateables, sino como la mano que necesitamos para pegar los afiches, colocar la banderola, en defintiva, el voto que necesitamos para ganar y no como el ciudadano capaz de protagonismo y por el que tengo que apostar.

Pero, a qué se debe que el sector joven del país no aparece en los planes del Estado en su conjunto. Por lo menos podemos mencionar dos razones. La primera de ellas es, no cabe duda, que los/as jóvenes no son una prioridad en el país. Desde esta indiferencia hacia ellos es que se explica la ausencia de políticas a su favor. Se les considera la esperanza del país pero no se invierte en ellos en el presente. La segunda, no menos importante que la anterior, es la ausencia de capacidades para trabajar con la población joven a nivel de funcionarios y autoridades en los diversos niveles del Estado. El tema les desborda y no atinan a dar respuesta acordes a la problamática y al estilo de los/as jóvenes. Inclusive, esta incapacidad les impide poder ver y recoger algunas iniciativas desde los mismos jóvenes y que muy bien podrían marcar la ruta de las políticas públicas para las juventudes.

Por otro lado, la indiferencia hacia los/as jovenes no es sólo desde el Estado, tambien lo es en la familia, en la escuela, en el trabajo, en el barrio. En definitiva, el ignorar a los jóvenes se ha convertido en un elemento de nuestra cultura. No les tenemos presentes, ellos no tienen “peso” en casi ningún espacio. Por ello, es necesario redescubrir al joven y a la joven como un sector importante de la población, hay que volver la mirada hacia ellos. No esa mirada amenazante y represiva, sino esa mirada de acogida y que es capaz de creer y apostar por ellos desde sus potencialidades. Incluso los propios jóvenes tienen el gran reto de visibilizarse y abrirse paso en esta sociedad y sistema que los trata como si no existieran. Por el bien del país, la indiferencia y marginación hacia ellos debe terminar.

Publicado el 22 de febrero del 2009, en El Tiempo.

martes, 20 de enero de 2009

EL REENCUENTRO, VEINTE AÑOS DESPUES

Hace una semana, nos volvimos a reunir diecinueve compañeros de la promoción del Colegio San Ramón de Chulucanas del año 1988.Concretamente, la promo del quinto A, Ramiro Prialé Prialé. Era la primera vez, después de 20, años que nos volvíamos a ver las caras, tanto entre compañeros de aula como con algunos de nuestros maestros.

Sin duda, el reencuentro, denominado 20 años después, estuvo cargado de muchas emociones. Sobre todo de inmensa alegría al ver los rostros de aquellos con quienes, por azar, compartimos cinco años de estudios secundarios en esa alma mater, que en aquel tiempo era catalogada de ser comunista por el simple hecho de exigir el respeto de los derechos de aquellos que acogía.

El reunirnos significó todo un reto ya que muchos nos encontramos fuera de la calurosa Chulucanas y no teníamos contacto alguno. Dos amigos, Alama y Moreno, quienes tenían comunicación, fueron los culpables de organizar tan magno acontecimiento y de verdad que se esmeraron en demasía ya que el encuentro salió de forma extraordinaria. Nos localizaron, llamaron, concertaron fecha. El punto de concentración fue, el menos imaginado: el cementerio, ya que lo primero que teníamos en mente era visitar a dos de nuestros compañeros que nos han precedido en el sueño de la paz: Arnaldo y Camilo.

Cinco minutos antes de las nueve del sábado 10 de enero, el suscrito se hizo presente. Unos dos o tres minutos después, bajaron de una mototaxi un colorado y otro que supuse era su familiar o un amigo. Era Raúl Gómez y quien lo acompañaba no era ni familiar ni desconocido, sencillamente se trataba de nuestro amigo Yuri, irreconocible el hombre, con unos cuantos kilos más de los que tenía en quinto año y su estatura que infringía respeto. El encuentro fue todo un acontecimiento, marcado por abrazos y risas. Sobre todo por la infaltable expresión llena de júbilo: Promoción. Luego fueron llegando, uno a uno, Moreno, Alama, Villegas, Rojas Mendoza, Saavedra. Algunos irreconocibles que dejaban notar sus primeras canitas y una calvicie amenazadora. Irreconocible, sobre todo, por esa muestra de madurez hasta los dientes, fruto sin duda del trajinar de la vida, de la experiencia y no cabe duda, de la formación recibida por aquellos que nos toleraron y apostaron por cada uno de nosotros durante los cinco años que supone la educación secundaria: nuestros maestros y maestras. A ellos nuestro sincero agradecimiento. Sobre todo a nuestra querida “verde”, la profesora Martha Castro, quien nos acompañó en la romería a la tumba de nuestros amigos.

Terminada la visita a los compañeros que yacen el sueño eterno, enrumbamos a nuestra alma mater. Para sorpresa, nos esperaba unos anfitriones de lujo: El director, profesores, incluso el tutor de la promo hizo su arribo al plantel. Ellos, con rostro lleno de orgullo, nos hicieron formar y nos dirigieron al salón de clase. Una vez en él, nuestra profesora de geografía, la “verde”, impartió una clase en su materia. No saben cuanto la disfrutamos, con el mismo espíritu de antaño por parte nuestra y la misma entrega por parte de la profesora: empeño, tenacidad, calidad y alto conocimiento. Terminada la clase de geografía, siguió una lección de Educación por el arte. El encargado, el profesor Pedro Sánchez, nuestro tutor. Finalmente, tomo la palabra el Profesor Emilio Maticorena, hoy director, en ese entonces responsable de dictar la materia de Matemática, quien con gran alegría nos felicitó y agradeció la visita. Por nuestra parte solo atinamos a comprometernos a donar algo a nuestra escuela que tanto nos dio y alimentó. Concientes que ahora nos toca retribuir lo mucho que nos confirió.

Por su puesto que tan emocionante mañana no podía concluir sin antes comernos el tradicional cevichito, es precisamente en la mesa donde se sella y consolida la amistad. Para ello, no hubo mejor lugar que una de las picanterías de uno de los integrantes de la promo, nuestro coetáneo Villegas Pintado, quien compartió con nosotros el primer año ya que por motivos de mudanza familiar tuvo que trasladarse a Sullana. El traslado fue de inmediato. Allí, en medio de ceviches y sudados de congrio y cabrillón, continuamos compartiendo los quehaceres y abatares de cada uno.

La tarde fue dedicada a sudar la camiseta, en un emocionante encuentro deportivo. A muchos nos dejó molidos corporalmente pero fortalecidos en el alma al saber que aun continuamos compartiendo una pasión sin importar la técnica o la destreza. Lo fundamental es el sentirnos familia, hombres de una misma escuela de principios y valores.

Por la noche, la tradicional misa de salud y la infaltable fiesta de reencuentro. En ambos eventos no podían falta nuestros mentores: el profesor Pompilio Pozo, Palacios, Guillermo, Emilio, las profesoras Rosario y Martha Castro, y nuestro gran amigo, responsable de la disciplina, el recordado y siempre joven Amador. La ceremonia fue sencilla pero toda llena de gestos y símbolos que mostraban la alegría de volver a estar juntos. La fiesta tuvo su máxima expresión cuando todos, a capela y contraviniendo las leyes de la música, entonamos nuestro recordado himno al colegio: “Lucha, oh, juventud, por el ideal del bien, de la belleza y la verdad…”

El escenario de la fiesta de reencuentro estaba presidido por una gigantografía con la foto de la fiesta de promoción del 88. En ella, con mucha nostalgia podíamos ver los rostros joviales y risueños de todos los promocionales. Bastante distintos a los que en esa noche compartían un delicioso pavo al horno, vidrios bien halados y bailes al ritmo de las orquestas piuranas. Increíble, como el tiempo cambia al ser humano, en el caso nuestro ha significado un cambio que ha solidificado nuestra humanidad. Antes principiantes, hoy hombres hechos y con una madurez envidiable. Antes con preocupación en que voy hacer, hoy médicos, profesores, ingenieros, apicultores, agricultores, empresarios del humor, topógrafos, cuya única preocupación es continuar creciendo en aquello que han elegido como opción de vida. Demás está recordar que los abrazos fueron los que menos faltaron esa noche, la típica ronda de baile que fue dirigida por Rosario Marcelo y animada por Martha Castro. Todos servían comida, deschapaban cerveza, repartían torta, sin reparar en rangos y etiquetas, lo que primo durante toda la noche fue el entusiasmo, el compañerismo, la amistad, la colaboración. En definitiva, el ambiente estaba lleno de vitalidad, igualdad y fraternidad. Se respiraba a cariño, alegría, júbilo, regocijo, gozo que ni mil palabras bastarían para describir algo tan inefable.

El corte fue otro cantar. Reunidos alrededor de una mesa de la picantería la Canducha, degustamos deliciosos ceviches, sudados y unas cuantas chelitas. Allí armamos el directorio y nos comprometimos a aportar, desde nuestra pobreza, para la adquisición de un equipo de cómputo y donarlo al colegio. Ese es nuestro compromiso inmediato y junto a él está también aquel de mantenernos siempre juntos y hacer de la solidaridad y la verdad nuestro emblema en todo momento, recordando siempre que la vida es como un chiste, no importa cuanto dure, lo que realmente importa es que haga reír y todos estamos dispuestos a continuar haciendo reír a este pueblo que nos amamantó mañana, tarde y noche. Salud por todos y que continúen los éxitos.

Despedida no hubo, solo un nos vemos.

TRES DESAFIOS PARA EL ALTO PIURA

La última semana de noviembre, el Congreso aprobó la incorporación de 75 millones de nuevos soles en el Presupuesto General de la República. Con dicho monto se dará inicio a las obras del Proyecto Especial de Irrigación Hidroenergético del Alto Piura (PEIHAP). Después de décadas de lucha, de sortear diversos caminos y diversas estrategias, al parecer, al fin los alto piuranos tendremos la dicha de ver iniciarse uno de nuestros más viejos anhelos: irrigar las tierras con las esotéricas aguas del río Huancabamba.

Definitivamente, la gestión de los 75 millones tiene nombre propio y es sin duda, la perseverancia y tenacidad del pueblo del alto Piura. Este pueblo que creyó en la viabilidad de su proyecto y no dudó en tocar puertas las veces que fue necesario y las seguirá tocando. Incluso, en muchas ocasiones se volcó a las calles para reclamar y exigir su ejecución.

Precisamente, el interés por gestionar el proyecto, llevó al pueblo del alto Piura a impulsar la formación del Frente Regional de Defensa del Alto Piura asi como el Frente Provincial. Fue precisamente, sin lugar a equivocarnos, la presión social canalizada en ambos frentes, lo que ha inclinado la balanza al momento de la votación para la aprobación, por parte del Congreso, de la cláusula 72 del Presupuesto de la República para el año 2009 referida a los 75 millones.

Aprobado este presupuesto, se presentan nuevas tareas. Una de las más urgentes es sin duda asegurar el desembolso del dinero por parte del Ministerio de Economía. Aquí el Gobierno Regional no debe parpadear y quedarse dormido como muchas veces sucede. Menos aún le está permitido demorar, la convocatoria para la licitación pública de las obras. Esta es una exigencia y demanda cuya responsabilidad está en manos de las autoridades regionales. Por otro lado, queda absolutamente claro que los alto piuranos estaremos pendientes en todo momento, para que los funcionarios y autoridades del Gobierno Regional hagan uso adecuado del dinero destinado para el proyecto. No deseamos que dicho dinero corra la misma suerte que el destinado para un sin número de obras que hasta la fecha no se han podido terminar, sencillamente porque el presupuesto se perdió en el camino.

Al igual que el uso adecuado del los recursos económicos, hay una tarea sumamente urgente y pertinente: resolver el tema de las tierras de propiedad del Estado que serán irrigadas por el proyecto y que en la actualidad están en manos de posesionarios ancestrales. Aquí no cabe duda que se tiene que optar por aquella fórmula en la que los beneficiarios sean aquellos que por siglos habitan esas tierras. Es un derecho legítimamente ganado.

Por otro lado, existe un gran desafío para quienes serán beneficiarios directos del proyecto: Desarrollar capacidades para el uso adecuado del recurso hídrico. No cabe duda que, si el agua del proyecto se utiliza de la misma manera como hasta ahora se viene haciendo en nuestra región, los beneficios que supone tener el agua del río Huancabamba en el nuestro valle en realidad, serán poco relevantes y continuaremos con el mismo tipo de pequeña agricultura de subsistencia. Es imperioso pensar en tecnificar y modernizar la agricultura. En esto los jóvenes del alto Piura se convierten en un gran potencial que es necesario mirar.

Por tanto el PEIHAP no es sólo cuestión de lograr los más de 300 millones de dólares que cuesta, implica el uso adecuado del dinero, sin corrupción ni populismos. Nos coloca frente a la necesidad de hacer una nueva agricultura que haga uso óptimamente del recurso agua y suelo. Esta es una acción que no puede esperar a que las obras se inicien o concluyan, por el contrario, ya se deberían estar implementando iniciativas en este sentido con el protagonismo de los gobiernos locales de la provincia de Morropón.

En definitiva, el Proyecto Alto Piura implica un compromiso auténtico y una opción ética de hacer las cosas bien, algo tan ausente en nuestra región, pero que en este caso, los alto piuranos nos vamos a encargar que así sea.