jueves, 14 de agosto de 2008

MAESTRO FORJADOR DE HUMANIDAD


En una ocasión facilité un taller a maestros/as sobre un tema, de por si, desafiante: Resolución de Conflictos. En dicho evento, lo primero que salto a la vista fueron las “broncas” a flor de piel entre los y las docentes. Lo lamentable de todo fue que la gran mayoría de ellos/as creían que no había solución alguna a las diferencias o “malos entendidos” que se daban. Por otro lado, un reducido número no dudaban en agotar esfuerzos para contribuir en la superación de estos conflictos. Precisamente, el taller, estaba convocado en este marco. Pero este esfuerzo, se percibía como una afrenta por parte de los que en este tipo de problemas solemos denominar los “santurrones”. En definitiva, el panorama mostraba claramente las actitudes poco asertivas de maestros/as para el manejo de sus conflictos que, sin duda, afecta, tanto su rendimiento académico como el aprovechamiento óptimo por parte de los alumnos/as.

Situaciones como esta, es común encontrarlas en otras Instituciones Educativas. Ante ello, me permito precisar, siguiendo a un prototipo de la Educación Chilena, la poeta, Gabriela Mistral, algunos principios claves que determinarán, por el lado del maestro, la calidad y eficacia de los conocimientos que trasmite y asegurar, en definitiva, el desarrollo humano de niños/as, adolescentes, jóvenes, así como la realización humana del propio docente.

Una de las primeras consideraciones fundamentales para Mistral es que el y la docente debe caracterizarse por su infinito AMOR hacia quien enseña, que la lleva a concluir: si no puedes amar mucho no enseñes a niños/as. Le sigue a este criterio aquel que apuesta por “SIMPLIFICAR las cosas pero sin restarle esencia”, sin duda, una cualidad que tiene relación directa con el desarrollo de metodologías para trasmitir conocimientos, pero sin complicar, innecesariamente, la vida de los/as alumnos/as.

Una tercera consideración hace referencia a la INSISTENCIA, repetir como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección, es decir, insiste las veces que sea necesario a fin de alcanzar los resultados esperados. Pero la exigencia del insistir tiene que ir acompañada con una enseñanza con intención de HERMOSURA, porque la hermosura es madre.

Sin duda que para ser un maestro/a de la excelencia, una actitud fundamental es ser FERVOROSO/A y llevar fuego en el corazón que permita encender lámparas. Esto hará posible la sexta característica de un maestro/a excelente: VIVIFICAR LA CLASE de tal manera que cada lección sea viva como un ser, a igual que los alumnos/as. Por otro lado, es fundamental recordar aquel principio filosófico que nadie da lo que no tiene, por ello el CULTIVARSE es de suma importante, solo ello permitirá dar en la medida que se tiene; da mucho quien mucho tiene. Si a este le sumamos el recordar siempre que el oficio de maestro/a es ante todo un SERVICIO divino que buscar contribuir al desarrollo íntegro de la persona y de ninguna manera considerarlo solo y únicamente como una simple mercancía,

Sin duda que para alcanzar todos estos criterios, el maestro/a tiene que tener una apuesta por la reflexión, mirar ANTES su corazón, ver si está puro antes de cada lección, con la firme convicción de PENSAR que es Dios, para aquellos que creemos, o la fidelidad a la razón, a la dignidad humana y al conocimiento, para quienes no creen en El, quien los ha colocado en tan alto privilegio de crear el mundo de mañana.

No cabe duda que al interior del magisterio hay mucho por hacer para revertir y/o manejar situaciones como la señalada al inicio. Frente a ellas, no debemos ser pesimistas y pensar que no hay alternativas para superarla. Por el contrario, si las hay y sería un paso gigante si se toma la firme decisión de asumir los diez criterios que nos propone la ganadora del premio Nóbel de literatura en 1945 y sin duda alcanzar plenitud en aquello que hacemos: forjadores de humanidad.


Artículo publicado en Diario El Tiempo, 03 de agosto del 2008.

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