Los y las jóvenes de la región representan un alto porcentaje de la población. Sin embargo, no aparecen por ningún lado en las agendas de los gobiernos locales y del gobierno regional. Constatamos una ausencia preocupante de iniciativas, programas o proyectos a su favor. Esto trae como consecuencia que los problemas por los que atraviesan se agraven y acaben con las ilusiones, sueños y metas de miles de jóvenes piuranos. Frente a esta situación, algunos sencillamente opten por la vía fácil de la violencia y otros males sociales como reacción al sistema que actualmente los posterga.
Si bien se realizan algunas actividades de manera puntual y esporádica a favor de las juventudes, estas, muchas veces, no responden a las expectativas de los/as jóvenes o sencillamente son meras distracciones que no le permiten al joven desarrollar su espíritu emprendedor. Se precisa plantear una estrategia de carácter integral que permita redescubrir los derechos de los jóvenes a un adecuado servicio de salud, una educación de calidad, empleo digno, sano esparcimiento y sobre todo, el derecho a participar en el diseño e implementción de las políticas públicas que buscan, precisamente, crear condiciones para una vida digna para todos/as ellos/as. Lamentablemente, aún está muy presente aquella concepción que ve al joven como un inexperto que está imposibilitado a tomar parte en tales decisiones que le van afectar directamente. En definitiva, las pocas intervenciones se reducen a dos frentes: Distraerlos y reprimirlos.
Por otro lado, si los jóvenes no son punto de agenda de muchos gobiernos locales y del regional, si lo son en visperas de cualquier elección. En tiempos electorales, hay mensajes y promesas para ellos/as. Se les llama para integrar tal o cual agrupación o movimiento político. No precisamente para ser considerados como candidateables, sino como la mano que necesitamos para pegar los afiches, colocar la banderola, en defintiva, el voto que necesitamos para ganar y no como el ciudadano capaz de protagonismo y por el que tengo que apostar.
Pero, a qué se debe que el sector joven del país no aparece en los planes del Estado en su conjunto. Por lo menos podemos mencionar dos razones. La primera de ellas es, no cabe duda, que los/as jóvenes no son una prioridad en el país. Desde esta indiferencia hacia ellos es que se explica la ausencia de políticas a su favor. Se les considera la esperanza del país pero no se invierte en ellos en el presente. La segunda, no menos importante que la anterior, es la ausencia de capacidades para trabajar con la población joven a nivel de funcionarios y autoridades en los diversos niveles del Estado. El tema les desborda y no atinan a dar respuesta acordes a la problamática y al estilo de los/as jóvenes. Inclusive, esta incapacidad les impide poder ver y recoger algunas iniciativas desde los mismos jóvenes y que muy bien podrían marcar la ruta de las políticas públicas para las juventudes.
Por otro lado, la indiferencia hacia los/as jovenes no es sólo desde el Estado, tambien lo es en la familia, en la escuela, en el trabajo, en el barrio. En definitiva, el ignorar a los jóvenes se ha convertido en un elemento de nuestra cultura. No les tenemos presentes, ellos no tienen “peso” en casi ningún espacio. Por ello, es necesario redescubrir al joven y a la joven como un sector importante de la población, hay que volver la mirada hacia ellos. No esa mirada amenazante y represiva, sino esa mirada de acogida y que es capaz de creer y apostar por ellos desde sus potencialidades. Incluso los propios jóvenes tienen el gran reto de visibilizarse y abrirse paso en esta sociedad y sistema que los trata como si no existieran. Por el bien del país, la indiferencia y marginación hacia ellos debe terminar.
Publicado el 22 de febrero del 2009, en El Tiempo.
lunes, 23 de febrero de 2009
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